y pesar se descuida y hasta se considera como fuera de la fe cristiana. Abraham, el padre de la fe, expresa libremente su dolor y su pesar. Segunda, de alguna manera debemos tener previsiones espirituales y materiales para un caso de pérdida. Un entierro sin previsión en nuestros días es sinónimo de una catástrofe económica. Más aún si una enfermedad extensa precede al fallecimiento. La iglesia debe buscar y obtener, o hacer posible, un plan genuino de previsión económica para estos casos. Tercera,
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